martes, 5 de agosto de 2008

Mermelada de Lima

La primera vez que probé la mermelada de lima fue hace cuatro años en Londres. Bridget, irlandesa católica, último vestigio de de los sesenta en Notting Hill, después de fumarse un porro, tomaba un poco de mermelada de lima porque decía que era muy refrescante. A mí me hizo gracia la palabra y tomé una cucharada.

Hoy he quedado a desayunar con Víctor, para despedirnos. Un desayuno-despedida es siempre tenso, todo lo contrario que un desayuno de negocios, o un desayuno-entrevista de trabajo. En cualquier caso, el desayuno siempre tiene que ser fresco; llevar el pelo semi-mojado es un must. Cuando Víctor ha aparecido sin duchar, con las uñas pintadas de negro y restos de maquillaje, el desayuno, más que tenso, ha pasado a ser espeso, y lo primero que se me ha ocurrido para neutralizar la atmósfera "kiss" ha sido pedir una tostada con mermelada de lima, siempre tan refrescante.

Ayer cené pizza de jamón ibérico con rúcola. Es mi pizza favorita. En septiembre tengo que aprender a hacer la masa yo mismo, aunque en la panadería, si lo pides, también te la preparan. Tengo todos mis apuntes ordenados. Son un montón. Espero ponerme al día estas tres semanas.

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