Me despierto a las siete de la mañana. Tengo las zapatillas preparadas y me voy sin duchar. Antes desayuno porque Violeta me ha dicho que es mejor ir desayunado, para que mi cuerpo no se reprograme y empiece a quemar grasas de forma más lenta.
Corro más de veinticinco minutos, porque los primero veinticinco minutos el cuerpo quema azúcares, y a partir de ese momento, empieza a quemar grasas. En mi gimnasio, de barrio como pocos, a esa hora hay muy poca gente guapa, pero haberla hayla. Pasados cincuenta minutos, y casi sin darme cuenta, ya estoy de vuelta en mi casa, duchado, doblemente desayunado (antes y después del gimnasio), con la conciencia tranquila y de súper buen humor; a punto de irme a la biblio a estudiar. Eso sí, a las doce tengo que volver a comer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
yo quiero salir a correr más de 25 minutos un día contigo y, evidentemente, después desayunar.
aunque conociéndonos, a las 12, para el tercer desayuno, seguiremos en la mesa arreglando el mundo ;)
Publicar un comentario